niñacaracol

sábado, junio 17, 2006

Un homem encantador

"La vida interior necesita una casa confortable y una buena cocina" David Herbert Lawrence

El propietario de mi casa en Madrid tiene nombre de mayordomo. Echo de menos su sonrisa y aquella bandeja de bombones piramidal inalterable que me ofrecía eficientmente cuando requería sus servicios.

Esta tarde lo he llamado. Quedamos que en febrero volvería y parece ser que por ahora se alarga mi estancia en Barcelona. Se ha puesto una chica al teléfono que no era la polaca que dejé ocupando "mi" habitación. Muy hábilmente "Sebastian" substituyó temporalmente la polaca-catalana por una polaca auténtica. Así podía proseguir en la intimidad con la práctica clandestina de mi querida lengua.

Tuve mucha suerte de ir a vivir allí. Al lado del río, rodeada de parques y en un barrio lo bastante céntrico como para permitirme desplazarme a pie muchas veces. En su casa "Sebastian" conseguió que me encontrara a gusto en seguida. Es que él es un encanto de tío. Podría vivir solo me contó pero prefería sacarse unas pelas y poder viajar siempre que tenía vacaciones. Apasionado por ver mundo, conocer otras culturas, amante de su libertad, tranquilo, respetuoso, amable y super correcto, hasta demasiado...

Nunca me tocó un pelo. "Un hombre soltero tan encantador y tan amable... Y nunca se te ha insinuado?? Seguro que es gay" Mis amigos siempre bromean por la facilidad que tengo por tropezar con hombres maravillosos pero con mínimo interés sexual por las indivíduas del sexo opuesto. Si fuera el caso, a mí qué me tenían que importar sus preferencias sexuales. Para ofrecer la bandeja de bombones con eficiencia ese detalle es irrelevante. Qué más se le puede pedir a un compañero de piso tan agradable que te reserva un plato de los guisos que cocina, muestra interés por la cultura catalana y es partidario del Estatut y del retorno de los papeles de Salamanca...

Como si ser gay fuese algún inconveniente para la convivencia? Además, yo estaba convencida de su heterosexualidad. No hacía falta que le descubriera una Playboy escondida en el armario del baño ni que hiciese algún comentario prepotente sexista de mal gusto. Y en caso de duda, hay una prueba de verificación infalible: el estado de la cocina. Los homosexuales siempre tienen la cocina limpia y reluciente. No estoy diciendo que los heteros sientan repulsión a la fregona, el estropajo y el Ajax. Pero no afecta a su felicidad el grado de brillantez del mármol o de las baldosas de la cocina. "Sebastian" era mi mayordomo particular pero la que fregaba la cocina era yo.

Justamente mientras acababa de limpiarla después de cenar ha sonado el teléfono. Era él. Le he explicado que no tenía noticias de trabajo en Madrid. Que me había salido una suplencia de música en la ESO en Barcelona y con pocas ganas la estaba haciendo. Pero contenta, que es pasta! Él tan encantador como siempre me ha dicho que no tenía que temer nada. Que no tenía ganas de conocer a nadie y tendría la habitación vacía hasta que volviera yo. La habitación es mía o de nadie. Y sobre el trabajo en el Instituto que lo hiciera: "Así te convences de que esto es lo que no quieres hacer"

Me siento muy feliz de pensar que hay alguien en el mundo que tiene tan claro que quiere compartir su vida conmigo. Dispuesto a esperar y a lo que sea, convencido de que no encontrará nada mejor en ninguna parte.

A lo mejor sí que soy un ser maravilloso pienso yo! Pulcra y limpia, silenciosa, respetuosa, servicial, agradable, simpática, divertida, afectuosa... La convivencia conmigo dede ser una delicia! Lástima que he sentido curiosidad por saber quien había contestado el teléfono por la tarde en vez de preguntar si la bandeja de bombones aún se conservaba impecable.

Como son los hombres! Recuerdo haber entendido perfectamente a los pocos días de haber entrado en aquella casa que mi compañero de piso era un hombre que estaba solo en el mundo. Él era un espíritu libre. Me fui 3 semanas de temporada a Valencia y cuando volví me dijo que tenía una medionovia en Brasil. Después de Reyes hablé con él y me pareció que se había referido a la brasileña como a su novia, pero nada importante... Y al cabo de un mes escaso la medionovia-novia-sin-importancia ya ha volado desde Brasil y está viviendo en su casa! Eeeeeeeee!! Que es mi casa también!

Como somos las mujeres! Esto es lo tenía que haber dicho. Quien es la guapa que se liga a un tío encantador superfeliz en su soltería en tan poco tiempo? Asciende de categoría de amiga a medionovia y acto seguido a novia y se instala en su casa en un tiempo record. Y todo esto sin causar trauma alguno al soltero convencido de su libertad y de su cocina sucia.

Tengo que conocer esta chica y conseguir que me cuente sus métodos infalibles. Intentaré disimular que la envidia me supera. Lo que más me jode es pensar: Qué debe tener esta brasileña que no pueda tener una polaca tan estupenda como yo?


Publicado el 5 de febrero de 2006

miércoles, mayo 31, 2006

Ménage à trois

"Una mala cena es una cosa que no se recupera nunca"
Eugeni d'Ors

Noche de sábado y sin plan. Ninguna llamada masculina. Decido coger yo el teléfono y no ir a cenar con uno, sino con dos hombres más que interesantes.

Tengo dos amigos guapos y solteros: el músico y el actor. Con el tiempo uno ha perdido cabello y el otro ha ganado peso, pero mis acompañantes me han hecho sentir la mujer más envidiada del restaurante. Lástima que hace tiempo que nos conocemos y entre nosotros no se despierta ya la líbido sexual.

Con el actor fuimos inseparables durante unos años, teníamos una relación de amor-odio que nos hacía parecer a ratos un matrimonio, sin sexo, naturalmente. Hacíamos feliz a la novia del músico cuando accedíamos a besarnos, a cambio de una botella de moscatel. Con el músico tuve una aventura de una noche en época de entreguerras que decidimos olvidar.

Y este sábado somos tres singles comentando nuestras vidas solitarias y repasando la de los demás. Qué noche más fantástica! No la cambiaba por ninguna velada romántica con cualquier hombre con ganas de impresionarme. Como hemos reído. Con el segundo plato el tema de "últimas conquistas" ya era protagonista de nuestra conversación.

El músico tenía hoy una cita con la hermana de un compañero de trabajo, a la que ha plantado a última hora con una triste excusa. Le podía haber dicho que le apetecía más salir con sus amigos que no ir al cine con ella como tenían previsto. Lo he felicitado por el acto generoso de la llamada. Pero no he saltado en defensa del género femenino cuando ha comentado los detalles que no le convencen de la chica. He sonreído para mis adentros pensando que almenos de mí nadie se queja por falta de... tetas y culo. Desgraciadamente su peor inconveniente es que ya tiene novio.

El actor está muy desanimado, comenta que no hay manera de encontrar unos mínimos de calidad: no hay mercado. Los tres opinamos que en internet, donde tantas esperanzas dipositamos los solteros para ligar, no se obtienen los resultados deseados.

El músico últimamente habla con una profesora de aerobic. Una muchacha muy maja pero que se niega a enseñarle una foto. Es decir: debe ser más fea que un pecado y encima vive en Alicante! El mes pasado chateaba con una chica de color a quien tuvo que bloquear urgentemente cuando ya la tenía a la puerta de su casa con la maleta y su hijita de tres años. El actor a pesar de sus aventuras, dice que le agotan las mismas preguntas, las charlas insípidas... Los que valen la pena desaparecen y si aparecen demasiado se hacen pesados.

Mientras el músico se decide por un clásico como el Pastel de chocolate y el actor se arriesga con el Helado de Fruta de la pasión, mi cabeza hace una Macedonia entre frutas, dulces y mis cibernáuticas amistades.

Me apetecería inventarme alguna historia que pudiera sorprenderlos. No mostrarían interés alguno por saber que un hombre maravilloso y sensible desapareció al poco de haber probado la Mel i mató. Y menos entusiasmo por conocer los detalles sobre un intelectual Biscuit con ganas de mojar, de un romántico Profiterol que huyó asustado, o de un Bizcocho que no me gustaba demasiado. Tampoco les impresionaría que me haya podido ligar un Soufflé d'escritor premio Sant Jordi o una Mousse de futbolista retirado.

Creo que quizás alguna historia más rocambolesca les haría más gracia: el Pastelito de boniato de una compañera de trabajo que me tira los tejos por el chat antes de haber cortado con ella o el Tiramisú que insiste a tomar un café el mismo día que le tira la caña a una amiga mía que ha conocido también en internet. Estas casualidades no se las tragarían. Como tampoco si les digo que un día entro en un bar y un desconocido Flan de coco reconoce mi cabello cobrizo y me saluda efusivamente. Y menos todavía si me invento que un fresco Sorbete de limón me propone rollo aprovechando la guardia de su mujer médico y el domingo siguiente se hace el sueco cuando con su feliz pareja lo sorprendo tomando un helado.

No sé cual de estos cuentos colaría. Creerían que cada semana pruebo dos o tres Batidos diferentes antes que tengo un amigo con quien haría una buena Crema catalana, que sólo lo conozco de hablar por el chat.

Para captar su atención tengo que ponerle algo de morbo. Me puedo inventar que un respetable padre de familia me enseña su Plátano erecto a punto de caramelo por la cam o que una noche de soledad invité a mi casa a un Dulce de leche después de una conversación escasa de 10 minutos. Dirían que soy una calientabraguetas si explico que después de una cerveza lo despaché, pero qué pensarían de mí si les dijera que se quedó practicando sexo hasta la mañana siguiente? Y qué les parecería la reaparición de un ofendido Tocinillo del cielo dos meses después de haberlo rechazado, con la inocente propuesta de ir a follar a su despacho...

Mi imaginación és fascinante, pero a los amigos no se les tiene que poner celosos y menos engañar.

Silencio: la camarera que lleva toda la cena con miraditas y insinuaciones a los hombres de mi propiedad espera saber mi elección. Lo tiene claro si cree que abriré la boca. Así como vosotros si esperáis el relato de los postres de músico o de las escenas improvisadas con el actor o que confiese la interpretación privada conjunta de un "Trio en Mi bemol Mayor".

Publicado el 21 de mayo de 2006

martes, mayo 23, 2006

Colometa, vola, Colometa...

"Los que no saben llorar con todo el corazón tampoco saben reír"
Golda Meir

Yo tenía un palomar en Poblenou, al lado del mar. Era mi casa, pequeña pero acogedora, que en sus orígenes había sido un palomar...

De tanto contar esta historia llegué a creerla. Puede que fuera porque muchos días notaba la mirada atenta de un palomo que cuidaba de mí. Solía hacer su visita hacia media mañana, ya sabía que yo no acostumbraba a madrugar. Le gustaba observarme mientras trajinaba por casa. Cuando estudiaba canto él alargaba su visita. Como si le hiciera pena que cantase sin público. A mí me gustaba que Joanet, mi palomo amigo, picotease las migajas dulces que había dejado caer del plato del desayuno. Cuando llevaba días sin verlo le echaba de menos, sentía que mi ángel de la guarda me había abandonado.

Fui muy feliz en mi palomar: momentos de alegría y momentos de tristeza. Una temporada corta pero intensa. Un trocito mío allí se quedó. Y también los que lo conocieron como los que oyeron hablar de él llevan en su corazón a mi palomar.

Pequeño pero con la puerta siempre abierta a los amigos, encantados de como lo tenía todo. El piso era minúsculo pero venían a menudo y eso que era un cuarto sin ascensor! A mí no me importaba subir escaleras a cambio de tener un piso tan luminoso. Y pocos afortunados saben qué sensación más maravillosa es levantarse todas las mañanas y ver el mar. Y aquella terraza que era la envidia de todos. Cuantas cenas de verano a la fresca y cuantas apretadas cenas de invierno en aquel pequeño refugio destartalado, apiñados porque no se cabía y para no pasar frío.

Recuerdo con especial cariño una velada improvisada después de una actuación en el Llantiol. Cualquiera diría que no habíamos comido ni nos habíamos hartado de turrones aquel día. Arrasamos la nevera. En el "Desayuno en el palomar" que organicé días más tarde, el buen tiempo nos acompañó y pudimos comer copiosamente en la terraza hasta que el calor del sol nos abandonó.

Hacía frío en invierno, mucho frío!! Por suerte los Reyes llegaron con antelación. Fui a la tienda para comprar la estufa que más calentara. No me importó que fuera la más grande, ni la más cara, ni la que más electricidad gastaba... Bien tapada con una manta pasaba las noches delante del ordenador contando mis miserias a un hombre sensible y divertido que me llamaba Paloma y le gustaba creer que yo vivía en un palomar. Pero el frío se me hacía insoportable, sobretodo cuando me iba sola a la cama.

Era necesario poner remedio a mi necesidad de calor humano. Se acabó el teatro en el Llantiol y pensé que tenía que encontrar algo para entretenerme. Decidí buscar novio. Ojalá hubiera resultado tan fácil como ir a la tienda y comprar una estufa. Fue entonces que apareció un Caracol en mi vida. Antes otro hombre había traido un croissant y un cacaolat y algo más a la hora del desayuno para saborear.

Del postre de la visita matutina y de unas fotos con fondo de estrellas testigos de un pecado de Nochevieja se habló especialmente el día de la "Fideuà en el palomar". Quería invitar los amigos a comer confiando que no todos podrían venir. En estos casos ya puedes contar que nadie te va a fallar. Con esa cocinita de juguete, con fuego de inducción y siendo mi primera fideuada para 13 a la mesa, salió bastante bien. Mucho más complicado fue apartarlo todo para poner la mesa de jardín, la plegable de emergencia y las sillas para todos los comensales que no dejaron ni un solo fideo! Larga fue la sobremesa que será recordada per ser una tarde de grandes confesiones.

Avanzado a la ley antitabaco fue el palomar un "Espacio sin humo". Porque en un único espacio que era comedor, salón, estudio, habitación, habitación de invitados, trastero... no se podía fumar. Y en el rellano de la escalera monté la sala de fumadores de los días de lluvia, viento o frío intenso, el resto de ocasiones se fumaba en la terraza.

La primavera llegó mientras que Cargolet desaparecía, dejando rastro, por supuesto. Se cumplieron las profecías y abandoné unos días mi palomar para recuperarme de una dolorosa intervención. Mi palomo amigo echó de menos las migajas del desayuno y mis cantos. Volví antes de cumplir 30 años, a tiempo de tener alguna aventura no confesable. Empezaba a hacer calor! Salía ligera de ropa a la terraza y no me molestó descubrir que el vecino de enfrente a menudo me espiaba.

Hacía calor en verano, mucho calor!! Sin trabajo y con pocas ganas tuve que irme a Madrid a cantar. Demasiadas lágrimas derramé en la cena de despedida. Presentía que mi verano en la capital se alargaría y que el final de mi palomar llegaba. Por eso cuando podía volvía a Barcelona, aunque fuera por dos días. Necesitaba ver el mar, respirar la humedad, recordar los olores, las calles, la vida de mi ciudad... Y tampoco no quería que me olvidara mi palomo fiel.

Y así fue. Muchas aventuras y muchas emociones en Madrid, tantas como recuerdos y momentos inolvidables vividos en el palomar. Aposté por una vida artística y abandoné mi pequeño espacio querido. Yo sé que ahora Joanet come las migajas dulces que caen de otros platos pero alguna vez siente un pinchazo en el corazón cuando cree reconocer la voz de su Paloma.

domingo, mayo 21, 2006

Ciencias no exactas

"La belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora"
José Ortega y Gasset

Esta tarde me he encontrado mi profesor de Ciencias Naturales de los Jesuitas. Me ha sorprendido gratamente que se acordara de mi cara y todavía más que no hubiera olvidado mi nombre. Yo guardo muy buen recuerdo de sus clases, se notaba que vivía lo que explicaba, sabía transmitir su pasión al alumnado. Ciertamente dicen que es el profesor quien hace la asignatura. Me colgué tanto de él que hasta consiguió hacerme diseccionar con entusiasmo una cobaya, con la pena que me dan estos bichos a mí.

Todos nos hemos enamorado de algún profe en la adolescencia. Resulta curioso encontrártelo con algo de barriga y cabellos grises mirando Cds en el departamento de Clásica de la FNAC al cabo de 15 años. Me cuenta que ganó oposiciones y que trabaja en un Instituto conflictivo pero que se encuentra a gusto... Claro, pienso yo: donde esté él es imposible que no se esté bien. Horror: se está despertando un antiguo sentimiento y debo estar mirándolo con aquella cara de tonta que me delata en seguida. Mientras intento disimular él aprovecha para hacerme la temida pregunta: "Y qué tal, com te va?" de la que salgo airosa contándole mis últimas peripecias zarzueleras en Madrid.

Por suerte un chico que pasa por ahí nos corta antes que yo declare mi amor. "Mira, este es mi hijo", dice él. Por todos los santos!! Lo miro de arriba a abajo: un magnífico ejemplar mejorado de Profe-de-natus de sólo 20 años! Una prueba clara de la certeza de la teoría de la evolución de la especie. Me dedica una sonrisa generosa y me dice: "Uy... tu cara me resulta familiar"

Qué pequeño es el mundo! Resulta que el chiquillo fue alumno mío cuando empezaba a dar clase en la escuela de música. Y yo sin darme cuenta que aquel niñato que desafinaba de mala manera sería un futuro macho tan insuperable?! Y sin saber que el marido de aquella madre que recogía puntualmente su hijito era la afortunada mujer de mi adorado Profe de Naturales!! Reímos los tres por el descubrimiento de esta curiosa coincidencia. Qué tarde más prolífica!, pienso yo. He encontrado dos ejemplares dignos de formar parte de mi lista de hombres interesantes, bastante escasa, por cierto.

Dudo sobre con cuál de los dos me quedaría si pudiera elegir. Es que los dos me gustan. El maduro super interesante que con una sola mirada consigue derretirme o el semental inexperto con ganas de comerse el mundo? El profesor del que todo lo puedes aprender o el alumno a quien le puedes enseñar todo?

Afortunadamente, en estos casos no somos nosotras las que escogemos el producto. El yogurín de cuerpo Danone mostrará cero interés por la vieja maestra que le cantaba "Plou i fa sol". Esto sólo le pasa a Demi Moore que ha pasado no-sé-cuantas-veces por quirófano y tiene una super mansión en Beverly Hills. Y el exprotagonista de mis ilusiones amorosas pensará que soy una mocosa con una vida demasiado bohemia para él. Ni uno ni el otro.

Me consuelo pensando que el chiquito de gustos musicales refinados seguramente será gay. Y que su orgulloso padre debe seguir casado con aquella mujer que le hace tan feliz. De todos modos, he captado el deseo en su mirada cuando nos despedíamos.

Publicado el 25 de enero 2005

sábado, mayo 20, 2006

Cargol treu banya

"Una de las ventajas de no ser feliz es que se puede desear la felicidad"
Miguel de Unamuno

Hoy me he levantado con unos arañazos en la cara. No es la primera vez que inexplicablemente al mirarme en el espejo por la mañana me llevo alguna sorpresa desagradable. Me he sentido como una adolescente descubriendo la aparición de un horrible grano de pus. Aquel granito que siempre surge el día más inoportuno. Por suerte no fui una teenager con proliferación de granos en la cara.

No es grave salir a la calle con esta pinta. En principio no me importa lo que la gente pueda pensar. Cuando me vea alguna vecina, la panadera o mi camarero favorito creerán que algún gato mimoso ha querido dejar huella en mi rostro. Él también la dejó una vez y tuve que ocultarla con corrector antiojeras y jersey de cuello alto unos días. Lo que pasa es que yo no tengo gato y todo el mundo sabe que no puedo tener. Soy alérgica. Entre otras cosas tengo alergia a gatos, perros y cualquier tipo de animal con pelo. Mi amigo guapo soltero quería regalarme algún bicho para que me hiciera compañía: una iguana, un lagarto... Yo pienso que antes tendría que probar la convivencia con un hombre peludo. Probablemente debo tolerar mejor el pelo humano. Algún hombre ya ha conseguido hacerme llorar, así que sólo unos pocos estornudos se añadirían al lagrimeo que me provocaría el "Copito de nieve" o el "Oso Yogui" afortunado.

No sé si salir a la calle. Sé que he estado yo misma la arañadora de mi cara pero culparé al gato de los vecinos antes que a algún macho con instintos felinos como responsable de tal desastre. Muchas veces miento para facilitar las cosas. No lo hago para alimentar mis capacidades creativas ni tan sólo para ocultar detalles que no me enorgullecen. Es una manera de ahorrar tiempo y energías.

Decido salir a la calle. Piiiiip piiiiip!! Mensajito! Podría ser del Gato con botas, de Silvestre, de Garfield o de Félix el gato. Es preferible creer que un gato de la ficción me envía un mensaje confesando su arañazo nocturno antes que admitir la autoviolencia. Qué tiene de malo la autolesión? Por qué me da miedo aceptar que en un estado inconsciente me autoagredo por alguna razón que desconozco o que prefiero no saber? Pero no, no es de ningún gato. Es un mensaje de Cargolet! Siempre aparece quan menos lo esperas. Lo tendría que considerar como un personaje de ficción ya que con él no se puede tener ninguna realidad. Ahora aparece, ahora desaparece. Qué querrá ahora?

Cargolet prefiere vivir entre sus libros, con sus correcciones, su dieta vegetariana y sus 8 horas de sueño diario. Que yo sepa de vez en cuando se hace una paja. Y menos a menudo le apetece echar un polvo. Ha olvidado que una vez sacó la banya y consiguió enamorar a una chiquilla que le reía sus bromas. Que él se haga mal a sí mismo negándose a alguna posibilidad de felicidad nunca se considerará una autoagresión. En cambio, que yo me lesione la cara sin motivo conocido superaría el límite de excentricidad que él puede tolerar.

"Tot bé Colometa? Yo muy liado. Nos vemos pronto xica. Bussi" No sé si me apetece verle. Y menos con la cara que llevo... Si le explico a Cargolet mis tendencias agresivas se escandalizará seguro. No es justo. Cuánta gente hay que se hacen daño a sí mismos y nadie se altera paea nada? La inquieta que decidió volver con su novio que le hace perder las ganas de vivir. El emprendedor que renunció a sus sueños, la ironía que gasta ahora es lo único que le permite soportar su triste existencia. El incapaz de dar un paso por miedo a perder la poca estabilidad que cree tener. La nostálgica que prefiere alimentarse de recuerdos y ha aprendido a disfrutar de la tristeza...

Ya he salido a la calle. No hace frío, ni llueve, ni sopla el viento, ni ha salido el sol. Parece que mi cara no llama la atención, quizás exagero mucho. Mientras paseo pienso como puedo sacar provecho de todo. Tendré que seguir con mis agresiones. Puedo creer que es una señal de órden divino, o fingir ser una santa com la Sampietro en aquella peli, o crear una nueva moda que se base en el arañazo facial... Podría sacar la patente, lástima que esto de hacerse daño sea un invento tan antiguo.


Publicado 18 enero 2006

Cargol treu banya: Es una canción popular catalana (Caracol saca el cuerno)